martes, 1 de marzo de 2011

Mañana. O pasado.

El camino por Madrid se hace largo. A mucha velocidad, el aire frío hiere las manos y la cara. El dolor físico calma las heridas emocionales. La noche en la capital muestra la belleza de la combinación de todas sus luces, para ocultar el terror que producen sus sombras. Al llegar frente al portal, Ella se quita el casco y saca el bolígrafo que sostiene su cabello para devolvérselo al policía.
La chica de pelo revuelto no pudo evitar morderse el labio.

El policía se quedo observando su silueta entrar en el portal, meter la llave, girarla, abrir la enorme puerta de cristal y desaparecer escaleras arriba de una manera tan liviana. Agarró fuertemente el manillar de la moto, para impedirse correr tras ella. Se le iría de las manos. Arranca la moto y se va de aquel lugar dejando una estela de polvo y ruido, un ruido que en la noche madrileña no destacaba demasiado.

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