lunes, 15 de agosto de 2011

que será, será...


Siempre se dice que hay buenas y malas rachas. Esta muy bien decirlo y asumirlo como verdad, pero esta vez he optado por abandonar la actitud pasiva del que asume y cambiar algunas cosas. Si hay algún lector al otro lado quizá se pregunte: ¿Desde cuándo este es un blog-diario-sentimentaloide-rosita?, ¡pues oiga usted! una tiene a veces días más sensibles...

Mas volvamos al tema del que quiero hacerme eco en estos renglones: En el exhaustivo examen de las actividades que quiero zanjar, cesar o emprender, le tocó el turno a los estudios de periodismo de los cuales voy a comenzar ya el tercer curso. No lo tengo nada claro (no por el hecho de que la Universidad no existe, son los padres). Me he planteado mi futuro, a veces hago esas cosas, y me he puesto en el mejor de los lugares, es decir, fuera del paro.

¿Trabajaría  en un medio tan intoxicado como la televisión en el que la imagen de la mujer está sexualizada y ninguneada? ¿Quizá defendería mi pluma detrás de periódicos propagandísticos como El Mundo, El País y sucesivos ejemplos? ¿O en la radio, dónde lo que importa no es lo que pasa sino quién lo locuta y su prominencia? ¿Sería mejor trabajar a través de Internet sin credibilidad y con millones de usuarios haciéndote la competencia sin cualificación pero en muchos casos con más calidad?

Creo que según la objetividad e imparcialidad (como buena profesional) que presentaban mis preguntas podéis averiguar mi respuesta. Quizá sea muy fácil desde la comodidad del no pago de una hipoteca o el no mantenimiento de unos hijos, el cuestionarme la moralidad de mis posibles futuras ocupaciones laborales. Quizá. O quizá esto debiera ser así. Tengo claro que no quiero estudiar periodismo para ser dependienta de Zara en el momento que la vergüenza me impidiera ejercer.

¿Entonces? La respuesta es simple e insuficiente pero lo que ahora pesa, aunque deteste el trabajo se me ha metido dentro el amor por la profesión.